No sé cuántos mensajes recibí el viernes en mi cuenta de Twitter a propósito del titular de la entrevista que realicé para El País a la editora y filóloga madrileña Iria Marañón por el lanzamiento de su nuevo libro, Educar a un niño en el feminismo (Plataforma Editorial). El titular era el siguiente: “En el momento en el que los niños se puedan comportar como las niñas, serán libres”. En sus mensajes, decenas de usuarios me acusaban de trasladar el mensaje de que para ser libres los niños tenían que comportarse como las niñas. Al parecer muchos lectores leían el titular tan rápido que se saltaban el “puedan” porque lo que dice Iria Marañón no admite discusión. Hoy animamos a las niñas a disfrazarse de superhéroe, a comprar en el pasillo de chicos de H&M, a jugar al fútbol. Si un niño, en cambio, decide ponerse una falda, pintarse las uñas o disfrazarse de Frozen, ay, los cimientos del mundo se tambalean.
«También nos ha costado a nosotras nuestra lucha poder llevar pantalones, pero llevamos 300 años de feminismo y bastante hemos avanzado en la deconstrucción de nuestro género. El problema es que el género de los chicos sigue intocable porque es un tema de privilegios y de poder. En el momento en el que los niños se puedan comportar como las niñas, que niños y niñas sean completamente libres, y que las personas adultas rompamos con el género, se acabaron los privilegios”, me decía Iría.
En otro momento de la entrevista, parafraseando a Andrea Dworkin, la autora afirmaba que el movimiento feminista no es reformista, sino revolucionario: «Aquí no venimos a cambiar cuatro cositas, sino que el objetivo es cambiar el sistema».
En esa frase pensaba ayer mientras leía una magnífica entrevista de Andrea Aguilar en El País Semanal a la escritora Vivian Gornick. Dice Gornick que la revolución feminista abrió la caja de Pandora: salieron todos los problemas pero, además, brotaron la corrección política y el dogmatismo. «Dos cosas ocurrieron al mismo tiempo: liberación y represión, porque las revoluciones contienen eso», explicaba. Me parece muy interesante su discurso sobre corrección política y #feminismo.
Puede que el discurso de Vivian, militante de la segunda ola feminista, difiera en cosas del de Iría. A su modo, sin embargo, también aboga por la abolición del género: “Si llegamos a un punto en el que nos percibimos como semejantes y cuando veo a un hombre, antes que nada, le veo como un ser humano equipado con las mismas debilidades que yo, los mismos miedos, las mismas vulnerabilidades…, bueno, pues puede que entonces lo primero que desaparezca del mundo sea la excitación erótica».
Genia y figura, Gornick.